Lapislázuliz

Palabras en el aire que buscan ser respiradas.



He leído cada golpe de mar en las piedras
desde la ventana de mi cuarto
y me he reído al observar entre cortinas
a la impotencia pelear con la sonrisa.

He defendido el honor del apellido
aunque el hambre ha entrado por la puerta
y ha marcado el umbral de la casa
para recordarnos la pobreza.

He cargado baldes de agua en las dos manos
por eso tengo los brazos fuertes
y he hecho cola para una jarra de leche.

He visto crecer un palacio frente a mis ojos
mientras saltaba sobre zanjas y orinaba en un hueco
he crecido con dolor y sabor a prudencia
todo evoluciona
sé que he cambiado, pero no soy otra.


Imagen: Behindthecamera


Mis dedos se unen con la arena húmeda
la araño como si fuera tu espalda
trato de hundirla sobre mi pecho.

Sentada mirando la punta de mis pies
sola
en la playa
en invierno
ni tu alma se ha asomado hoy a desvestirme.

Te he pensado tanto
escuchando a Chabuca Granda
cantar a lo lejos
Fina Estampa

Mientras el Pacífico acaricia a las piedras
como tú cuando me invades
y siento sus aguas frías
que solo me saben a ti.


Círculo vicioso en el que camino,
noche,
efímera piel
que conduce a la quimera
del recuerdo pedante en el que te observas .

Haz de irte como has venido
como el ruido feroz de las estrellas
manejando en sentido contrario
bajo el sol imperante
volteando,
a ver si me sigues
o si estoy sola en este viaje.  

Hoy
te espero, en silencio
convencida del amor
de la vitalidad de las horas
de las risas y miradas
puestas en nuestros ojos
por una línea tan delgada.

Te he sentido rosando cada parte de mi cuerpo,
he visto tus ojos perderse en mi interior
como deseando ser tú mis dedos y,
he visto tu ganas,
descubriendo gestos placenteros en tus labios
te he querido sentir dentro, con fuerza
con amor, con todo lo que tú y yo somos.

Me he perdido en tu pecho
queriéndote cabalgar
estrujándome en tus besos
y he sentido tu lengua
hablándole a mis senos.

He muerto entre el quechua y tu respiro
descubriendo tu mensaje en mis sueños.


Soy obscuridad
soy impaciencia
soy solo una moneda más
soy guerra
la peor de tu vida
la mejor de una historia que hay que recordar
soy pura herida
una herida que no va a cerrar
que deja cicatrices
que deja huellas
que poco a poco te consumirá
soy distancia
soy eternidad
soy lejanía aún en tu bazo derecho durmiendo
soy fría como un témpano
soy imbecilidad
soy nada a lo mucho
soy y no soy
a eso me he acostumbrado
soy pecado
soy pecadora cuando te pienso
por pensarte tanto
por desear los vellos de tu pierna
soy necedad y necesidad
soy teoría
soy ciencia
soy lo que aún no has descubierto.

Foto: Trimax

Sentados,
rodillas haciendo contacto
 en la banca de la una iglesia.
Increíble suceso,
no pensado
para dos seres como tú y yo.

Cogidos de la mano,
como para no escapar
hemos mirado el mismo punto,
el equilibrio.

Beethoven se ha revelado
solo para los dos
en medio de la gente
en medio de la nada.

Su Sinfonía #9 me ha arrullado
acurrucándome en tu hombro
y,
he pensado en lo dulce
y lo amargo de la vida
mientras tus dedos han enloquecido
con la música
tiritando sobre mi pierna.

¡Pecado!
La Oda a la Alegría nos ha unido más que nunca,
nos ha envuelto entre las sábanas. 



Diciembre, veinte, dos mil cuatro
tres elementos de un día ya lejano
tres, que vienen a la mente
cuatro, si hablo de ti.

Me pregunto constantemente
qué hubiera sido si…
la amistad no se aleja aunque se entierre
así es como te quedaste.

Con una mano herida,
con un hueco en la palma
te sumergiste en eso que llaman descanso
sufriste ese último instante
te robaron todo
menos tu alma y tus libros.

El río te llevó por su cauce
y apagó tu voz
que me servía de mecedora,
cerró tus ojos y se quedó con tu olor café en el aire.

Aún recuerdo el último sueño
y tu pensamiento célebre: “No desees la muerte, igual llega”.
Yo, todos los octubres te recordaré esta frase: “Feliz cumpleaños, shipibo”.