Y si tu lengua le cuenta a mi oído
lo dulce que es tu voz entre dormida.
Y si tus besos a las 6 de la mañana
me despiertan sin escalofríos y me envuelves
en la sábana de tu cuerpo tibio.
Y si tus dedos caminan sobre mi espalda
desnuda de sueños, de dolores, llena de paz.
Y si tus piernas, blancas y largas,
juegan con las mías a no dejarnos escapar.
Y si tú, con la misma calma, desabrochas los pliegues
de mi intimidad.
Y si tu alma y la mía jamás se hacen sombra en la oscuridad,
si seguimos decididos a ver el mar a través de la libertad,
si sigues a mi derecha descansando
si ves que las arrugas en la piel no son desgaste
sino eternidad.
Yo prometo ponerle azúcar y sal a nuestra soledad.
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